Estados Unidos de América y la gran depresión económica de 1929.
Al término de la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos se había convertido en la primera potencia política y económica del mundo. Durante la guerra, había aumentado considerablemente su potencial industrial, así como sus exportaciones, lo cual favoreció sustancialmente su balanza comercial. Asimismo se habían convertido en el banquero de Europa, que no sólo le debía dinero por la guerra y la reconstrucción económica, sino por concepto del pago del importaciones adquiridas.
Después de ocho años del gobierno demócrata de Woodrow Wilson (1913 -1920), empezaron a surgir poderosas reacciones en contra de su política intervencionista en el mercado de la libre empresa. Para la década de los 20, la clase empresarial consideraba que, para el auge económico, el papel más importante del estado era mantenerse al margen de las actividades económicas, a fin de dejar que el mercado actuara por sí solo.
En las elecciones de 1920, el partido republicano triunfo al plantear: los problemas ocasionados por los acuerdos de paz, el temor a verse mezclado en una nueva guerra europea, el elevado costo de la vida y las perturbaciones económicas ocasionadas por el cierre de las industrias de guerra. Tres gobiernos republicanos que sucedieron de 1921 1923: Warren B. Harding, Calvin Coolidge y Herbert Hoover.
Estados Unidos vivió una gran prosperidad económica de 1920 a 1929. La orientación económica fue de un absoluto liberalismo, el fin del intervencionismo estatal en los negocios, por lo que resultaron favorecidas las grandes sociedades industriales (trusts).
El presidente Harding dejó que sus conciudadanos se dedicarán a la tarea de acumular dinero. El sistema de impuestos se convirtió en un paraíso para las grandes compañías y cientos de nuevos millonarios surgieron, pero con perjuicio de los nuevos empresarios y los granjeros. Su administración sería recordada por los escándalos corruptelas sobre todo en el campo de las concesiones petroleras.
Otra característica de este periodo fue el anti radicalismo que provocó el gran miedo rojo (1919 -1920). La agitación sindicalista, inspirada en la simpatía por los soviets rusos, provocó el temor de que su influencia se extendiera. Se ejerció una extensa campaña de propaganda y de opresión en contra de los obreros organizados. En los conflictos entre sindicatos y empresarios, el gobierno siempre apoyó a estos últimos, cerrando los ojos ante la violencia desatada contra los obreros.
El anti radicalismo también se extendió a los inmigrantes europeos sospechosos de profesar ideas subversivas. Los años 20 estuvieron caracterizados por una revaloración del nacionalismo estadounidense, de manera que surgieron tendencias discriminatorias frente a otras razas, religiones y culturas.
Una vez suprimidas las agitaciones, y con una hegemonía económica internacional, el auge empresarial estadounidense fue impresionante. En la década de los 20, se tuvo la capacidad de producir masivamente mercancías cada vez más elaboradas y complejas. Los líderes de es de impresionante auge fueron la industria automotriz y la construcción y sus beneficios que extendieron a industrias relacionadas, como la del acero, la del petróleo, la del hule y la del cemento.
La línea de producción en serie de la industria automotriz fue en todo una revolución en los procedimientos fabriles. Ninguna invención ha influido tanto y tan rápidamente en los hábitos, en la cultura y hasta en el lenguaje como el automóvil. Genero empleos, ya que propició la construcción de carreteras, estaciones de gasolina, talleres mecánicos, etcétera. Las principales ciudades estaban unidas por carreteras asfaltarles que pasaron por zonas residenciales suburbanas dependientes del automóvil.
Se construyeron viviendas y naves industriales, y surgieron las cadenas de almacenes. Las grandes ciudades crecieron aceleradamente y los rascacielos aparecieron. Esta década de los 20 fue la época dorada en las ciudades urbes. La radio y el cine de Hollywood divulgaron la cultura de la gran ciudad. Las poblaciones pequeñas y el campo se opusieron a esta influencia destacando los valores tradicionales estadounidenses. La maldad del alcohol, la falda corta y el charlestón eran símbolos de libertinaje sexual. Como la corrupción se había extendido, una importante fuente de ingresos públicos pasó a manos de malhechores (gángsters) quienes hicieron productivos negocios. El fanático rigor para defender las virtudes tuvo su mejor ejemplo en el surgimiento de una organización: el ku – klux – Klan, cuyos encapuchados recurrieron a la extrema violencia contra los excesos y la inmoralidad surgidos en la prosperidad.
Esta vertiginosa pero breve prosperidad estadounidense en le siguió uno de los sucesos económicos más espectaculares de la historia: el hundimiento de la Bolsa de Valores de Nueva York, el 24 octubre 1929. Cuando Europa comenzó recuperar su capacidad de producción, las exportaciones estadounidenses empezaron a declinar, sobre todo en el sector agrícola. Para protegerse, los países industrializados aumentado sus tarifas aduanales, por lo cual hubo una disminución notable del comercio exterior. Empezaron a bajar los precios de exportación y, por tanto, la producción. Esto provocó el desempleo de estadounidenses y, por consiguiente, la pérdida de la capacidad de compra.
Para aliviar la situación, los bancos y el gobierno de Estados Unidos aumentaron los créditos, lo que produjo un efecto inesperado: los préstamos fueron utilizados para especular en la bolsa. Algunos valores subieron por las nubes, y los corredores de bolsa, entusiasmados por las ganancias, aumentaron los créditos bancarios. Los inversionistas liquidaban los beneficios de sus carteras deshaciéndose de los valores. El alza permanente de la bolsa no tenía relación alguna con la actividad económica de los títulos representaban. De enorme deuda, por exceso de las compras a plazo, y las especulaciones tiraron el crédito hasta el punto de su ruptura y finalmente se produjo el colapso financiero.
La caída de la Bolsa provocó la quiebra de múltiples bancos. La falta de créditos limitó el desarrollo de las industrias y el comercio. La falta de producción generó reducciones gravísimas en el desempleo, lo que trajo una pérdida de poder adquisitivo y, en consecuencia, la disminución del consumo.
La gran depresión pronto se propagó a otros países. La difícil situación económica ocasionó que Estados Unidos retirará sus capitales en Europa para hacer frente a su crisis. El retiro brusco y masivo de capitales europeos puso en crisis el sistema bancario de aquellos países que, como Austria, Alemania y Gran Bretaña, dependían tanto Estados Unidos.
La falta de créditos causó una caída en la producción industrial, sobre todo de Estados Unidos y Alemania. La Unión Soviética no se vio afectada por la crisis, que no tenía vínculos con economía internacional.
La caída de los precios, principalmente de puntos agrícolas y de materias primas, y la caída del comercio internacional propusieron el desplome de economías, como las de Canadá, nuevas Zelanda, Brasil y Argentina entre otras.
La crisis generalizada de negocios trajo millones de desempleados y, en consecuencia, miseria y hambre. Hasta 1932, en Estados Unidos, el desempleo llegaba a más de 12 millones de personas, o sea 25% de la fuerza de trabajo. Volvieron a aparecer enfermedades que habían sido erradicadas hacía años. En el campo, las granjas fueron abandonadas y sus moradores iniciaron un éxodo movidos por la posibilidad de encontrar algún trabajo o forma de vida en otra parte.
En países como Alemania o Italia, muy golpeados por la crisis y con escasos medios para superarla, el Estado ejerció una intervención centralizadora, controlando absolutamente la economía. Fue en estos países donde prosperaron los regímenes fascistas. La forma de sociedad la crisis fue mediante una de programa de obras públicas y un formidable incremento en la industria de guerra.
El desprestigio de los presidentes republicanos, por la crisis económica, hizo que el 4 marzo 1933 llegar a la presidencia de Estados Unidos un demócrata: Franklin Delano Roosevelt. Con él, el sistema político estadounidense y un brusco giro al acentuarse la intervención estatal en la economía. El poder ejecutivo tuvo mucho más fuerza que legislativo, lo que permitió a Roosevelt establecer su famosa política del "nuevo trato" (new deal).
Mediante esta, el gobierno sometió a las empresas a un mayor control federal, pues aducían que los banqueros, industriales y hombres de negocios eran los responsables del colapso de la Bolsa. Se fijó como prioridad ayudar a los más humildes por medio de la canalización fondos para realizar obras de interés colectivo y dar empleo a los desocupados. Asimismo, se aprobó un programa de seguridad social para personas mayores indigentes.
Por otro lado, se decretó una ley de ayuda a la agricultura, con la cual se le hizo la función a fin de que aumentaran los precios. Además, en caso de haber excedentes agrícolas, el gobierno los compraba para disminuir los entre los necesitados.
Por último, se decretó un estricto control bancario sobre el uso de fondos para la especulación, y se prohibió el atesoramiento y la exportación de oro.
El "nuevo trato" fue un mecanismo que permitió la transferencia de riqueza de los ricos a pobres. Los pequeños agricultores, la clase media y los trabajadores aprobaron la política de Roosevelt, bien fue el primer presidente estadounidense en ser elegido por tres veces consecutivas.
Las medidas implantadas por Roosevelt resultaron muy importantes pero no suficientes para solucionar una crisis de tal magnitud. El rearme de Alemania, Italia y Japón para salir de sus problemas se hizo extensivo a Francia, Estados Unidos e Inglaterra. La crisis de 1929 no hizo más que agudizar el conflicto de intereses mundiales que no había resuelto la primera guerra. Para septiembre de 1939 se iniciaba la Segunda Guerra Mundial.