Entre 1948 y 1953 se vivió una época de fuerte tensión internacional entre el bloque capitalista y el soviético. Se trató del peor período de la guerra fría, en el que la propaganda más radical, la censura y la “caza de brujas” fueron especialmente importantes en los dos bloques. En esta etapa, después de que la URSS ensayara su primera bomba atómica (1949), se impuso la lógica de la carrera de armamentos. Con posterioridad vino la bomba de hidrógeno (la bomba «H»), el despliegue de misiles con cabezas atómicas en Europa y en Asia (con ventaja inicial estadounidense) y la carrera espacial (con ventaja inicial soviética). Así mismo, se consolidaron los bloques y pactos militares y económicos. Hacia 1962 la situación en el Tercer Mundo permanecía estable en apariencia y los dos bloques, perfectamente delimitados, parecían tolerarse mutuamente.
Los principales problemas y crisis de este período fueron:
a) Consolidación de la división de Europa.
La división del continente en dos bloques se convirtió en definitiva. Los países de Europa occidental establecieron pactos y alianzas económicas y militares permanentes con el fin de constituir un frente común ante el peligro soviético. Los países europeos beneficiados por el Plan Marshall crearon en 1948 la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE, desde 1961 OCDE). Algunos de ellos, buscando una mayor cooperación e integración económicas, constituyeron la Comunidad Económica Europea (1957, Tratado de Roma).
La respuesta del bloque del este fue la creación del COMECON o Consejo de Asistencia Económica Mutua (1949), un organismo de cooperación económica entre los países de la órbita comunista.
Más importante para la dinámica de la guerra fría fue la creación de una alianza militar permanente entre Europa occidental y Estados Unidos, liderada por estos últimos: la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), constituida en 1949, con sede en Bruselas
y de la que originalmente formaban parte Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Francia, Portugal, Italia, Islandia, Dinamarca y Noruega. En 1952 se incorporaron Grecia y Turquía; en 1955, la República Federal Alemana; y en 1982, España. A pesar del fin de la guerra fría, esta organización militar sigue existiendo y se ha ampliado (Rep. Checa, Hungría y Polonia en 1999), produciéndose el ingreso de otros países de Europa oriental a lo largo del año 2002.
La réplica soviética consistió en la creación en 1955 del Pacto de Varsovia, una alianza y organización militar permanente que incluía a la URSS, Polonia, República Democrática Alemana, Checoslovaquia, Hungría, Rumanía, Bulgaria y Albania (este último país abandonó el Pacto de Varsovia en 1968). Esta organización, al igual que el COMECON, desapareció en 1991 al disolverse la URSS.
b) Contención del comunismo en Extremo Oriente: la Guerra de Corea.
China. En Asia oriental existía un peligro real de expansión del comunismo. En 1949 el Partido Comunista Chino triunfó en la guerra de guerrillas que sostenía desde los años veinte y creó la República Popular de China, con Mao Tse Tung al frente. El derrotado Gobierno del general Chiang Kai Chek, apoyado por EE UU, se estableció en la isla de Taiwan, creando la República de China Nacionalista. China quedó dividida en dos estados, existentes todavía en la actualidad, que no se reconocían mutuamente.
Corea. La división de China imitaba el modelo adoptado en 1948 en la península de Corea. En la zona al norte del paralelo 38°, ocupada por tropas soviéticas durante la Segunda Guerra Mundial, surgió la República Democrática Popular de Corea -Corea del Norte-. En la zona al sur surgió la República de Corea, sostenida por EE UU -Corea del Sur-. Después de la retirada de los ejércitos ocupantes, los norcoreanos no tardaron mucho tiempo en invadir el Estado del sur, iniciándose la Guerra de Corea (1950-1953).
EE UU decidió intervenir en la guerra y enviar tropas y armamento bajo bandera de la ONU. La balanza se inclinó de inmediato a favor de Corea del Sur, que hizo retroceder a las tropas comunistas e invadió Corea del Norte. Ante la posibilidad de la desaparición del Estado norcoreano, China decidió participar en el conflicto. El resultado fue que las dos Careas continuaron separadas y así han permanecido hasta la actualidad. Este hecho fue el primer ejemplo de “guerra limitada”, típica de la guerra fría, que no desembocó en un enfrentamiento generalizado ni empleó armas atómicas. Aun así, perecieron más de tres millones de chinos y coreanos (entre ellos más de dos millones de civiles, a causa de los bombardeos sistemáticos).
2. De la guerra de Corea a la crisis de los misiles en Cuba (1953- 1962)
Aunque el conflicto de Corea entra en 1951 en una vía muerta, el armisticio oficial se
firma en 1953, tras la contienda la tensión se relaja notablemente entre los dos bloques.
a) Un intento de huir del comunismo en Europa: Hungría 1956.
Sin embargo, tras la muerte de Stalin en 1953 no se suavizó el dominio que la URSS ejercía sobre sus aliados de la Europa del Este, sino que se continuó reprimiendo cualquier huelga, protesta o revuelta que se produjese en Europa oriental. El mejor ejemplo de esta política fue la intervención en Hungría en 1956 para acabar con una revuelta anticomunista. Los tanques soviéticos invadieron Budapest y restablecieron la situación anterior. Más de 200.000 húngaros se exiliaron a Occidente. Los países del bloque occidental no intervinieron, por lo que esta crisis supuso el reconocimiento y la consolidación del reparto de esferas de influencia en el continente europeo.
b) Contención del comunismo en Oriente Medio: la crisis de Suez de 1956.
Fuera de Europa, la estabilidad internacional fue más difícil de conseguir, ya que el debilitamiento y retroceso de los antiguos imperios francés y británico en Asia y en África generaban graves problemas. En los lugares en los que las metrópolis europeas concedían la independencia a sus antiguas colonias, existía el peligro de que los nuevos estados pidieran ayudas económicas o militares a la URSS y a sus aliados si encontraban grandes dificultades para su desarrollo. En las zonas en las que las metrópolis se resistían a otorgar esa independencia, cabía la posibilidad de que las guerrillas y movimientos nacionalistas se convirtieran en comunistas o se aliaran con Moscú. Estados Unidos se encontraba, por tanto, en una situación difícil: tenía que evitar la influencia soviética y hacer frente a la falta de flexibilidad y, en ocasiones, a la incompetencia de sus aliados europeos como potencias coloniales.
Aunque los países árabes en Oriente Medio no se mostraron proclives al comunismo soviético, sí aumentó su nacionalismo y su rechazo a Occidente tras la proclamación del Estado de Israel en 1948, consentido y alentado por EEUU, Francia y Gran Bretaña. En esta área, los occidentales tenían importantes intereses estratégicos, como el petróleo y el canal de Suez. Estados Unidos formó una alianza militar permanente, para la contención de la URSS, con Gran Bretaña, Turquía, Irak, Irán y Pakistán, llamada Organización del Tratado Central (CENTO, 1959), ampliación del anterior Pacto de Bagdad de 1955.
Por este acuerdo, cualquier intento de atentar contra los intereses occidentales en la zona por parte de los dirigentes árabes nacionalistas más radicales sería identificado con una posible expansión del comunismo en el mundo árabe.
Más importante fue la crisis de Suez. El Gobierno egipcio de Nasser nacionalizó el canal, en manos del capital francés y británico. La respuesta de Francia y Gran Bretaña fue la ocupación militar del canal en 1956. EE UU condenó la operación y obligó a sus aliados europeos a firmar un alto el fuego y a aceptar la decisión del Gobierno egipcio. Con ello tomaba el relevo definitivo de las viejas potencias en la zona y dejaba claro su liderazgo. Aunque la URSS no consiguió que en los países árabes se implantaran regímenes comunistas, en Oriente Medio siguió desarrollándose un sentimiento antioccidental bastante generalizado y la zona se convirtió en una de las áreas internacionales más inestables durante las décadas siguientes.